Imagina que estas en tu propiedad, arando la tierra para una nueva época de siembra, el sol brilla y la brisa del viento golpea tu cara suavemente. Tus hijos están correteando por el campo, tratando de llevar el caballo a su establo. De repente, a lo lejos, puedes ver una masa que viene a toda velocidad en tu dirección, imparable, cientos, miles de soldados de otro pueblo que vienen a apoderarse de tu tierra y esclavizar al tuyo.
Así vivían los seres humanos en la época antigua, la guerra era parte del día a día.
Actualmente vivimos tiempos muy privilegiados. Vas al supermercado y encuentras comida para todo un mes si quieres, abres la llave y sale agua limpia. Las guerras y las conquistas, con todo lo que ello significa; muerte, tortura, violaciones a los derechos humanos, nos han llevado a donde estamos ahora. Habían momentos en los que prácticamente todos los habitantes de un pueblo tenían que armarse y salir a pelear para defender sus tierras. En esos tiempos la esperanza de vida era 25-30 años. Quizás no era mala idea morir peleando, defendiendo tu tierra y tu familia, en lugar de solo esperar una larga y agonizante enfermedad que igual te iba a llevar a la muerte.
La guerra es una catarsis social. Los tiempos de relativa paz que vivimos - por lo menos desde la perspectiva de este servidor - ha causado que la violencia, que antes provenía de un estado constante de guerra por territorios y riquezas, surja entre nosotros mismos. La guerra que vivimos actualmente es espiritual. Ya no debemos pelear contra factores externos que nos vienen a esclavizar y asesinar a nuestra gente, sino que debemos hacer frente a problemas mucho menos tangibles pero igual de dañinos. La depresión infantil y juvenil, el consumismo excesivo y la falta de solidaridad entre nosotros pueden ser mas letales que los tanques de guerra y un avión de caza F 35. Niñas y adolescentes que vomitan su comida voluntariamente, nos deja mucho que pensar en como estamos avanzando (o retrocediendo?) como especie humana.
Ahora tenemos todo al alcance de nuestras manos. Literalmente. Puedes comprar una consola Play Station en una tienda de Estados Unidos desde tu teléfono celular en Lima con tu tarjeta de crédito de un banco ecuatoriano. A pesar de ello, tengo mis serias dudas de la capacidad para sobrevivir de un ser humano actual en las condiciones que vivían los espartanos, por ejemplo. El ser humano se ha hecho bastante blando con el pasar de los años. Las facilidades de la vida moderna han servido para inutilizar a nuestra especie. Y es lógico, si a una persona le sirves el desayuno en la cama todos los días de su vida, no tendrá idea lo que significa levantarse temprano en la mañana para preparar la comida, lavar, guardar los platos y disponer de la basura en cuanto termine de comer. ¿Será ese el precio a pagar por el progreso? Una masa de primates sin pelo, idiotizados, caminando vertiginosamente hacia ningún lado, con los ojos pegados a una pantalla luminosa que llevamos entre las manos, mientras llenamos nuestro cuerpo de comida chatarra y azúcar.
Hace algunos meses me encontré con estas palabras que tienen mucho sentido:
Los tiempos difíciles crean personas fuertes. Las personas fuertes traen tiempos buenos. Los tiempos buenos crean personas débiles. Las personas débiles traen tiempos difíciles.
Esa guerra espiritual solo se la puede ganar si empezamos a cuidar de nosotros en primer lugar. Puede sonar egoísta, pero si no puedes cuidarte a ti mismo, que autoridad tienes para siquiera sugerir algún cambio a tu alrededor. Es por eso que desconfío del doctor con signos de obesidad que manda a sus pacientes a hacer dieta o cuando me quieren convencer de un producto mágico que te hace millonario y aún viven en el sótano de sus papas y peor aún esos pseudo profesores de artes marciales que quieren enseñar, pero nunca en su vida se han parado frente a otra persona para medirse en un combate. Creo firmemente que el arte y la actividad física son pilares importantes en esta guerra que libra la humanidad para evitar que el ser humano termine convirtiéndose en una pieza más de la gran máquina. De alguna manera el arte es un camino para liberar eso que tenemos dentro; algunos pintan, otros escriben, otros hacen música y luego también estamos nosotros. Nosotros vamos todos los días a un cuarto lleno de colchonetas y practicamos maneras de estrangular y romper brazos y piernas una y otra vez hasta el agotamiento.
Catarsis.
El jiu jitsu es una poderosa herramienta para aliviar el estrés de la vida moderna. Lamento mucho ver esos jóvenes persiguiendo objetivos tan abstractos como una cuenta bancaria o el último teléfono inteligente. Me gustaría poder sentarme con ellos y gritarles que ahí no van a encontrar nada mas que frustración y tiempo perdido. Pero por otro lado, me llena de esperanza y admiración ver esos casos de éxito que han logrado crear valor de verdad, no solo valor en dinero - y no necesariamente es excluyente, algunos han hecho mucho dinero - pero aquellos que de cierta manera encontraron ese balance entre el trabajo, el tiempo libre, la familia y el crecimiento espiritual. Aquellos que todos los días se levantan y creen - y tienen la capacidad de convencer a otros- que van a cambiar el mundo un día a la vez. El denominador común que existe entre estos personajes que he tenido el privilegio de conocer, es que todos tienen alguna válvula de escape donde se produce la catarsis. Artes marciales, triatlones, andinismo y todas esas actividades que llevan al cuerpo al limite de sus capacidades físicas y mentales.
Yo creo firmemente que todos los seres humanos llevamos un samurái dentro nuestro. Un guerrero que pelea hasta la muerte si es necesario para defender una causa justa. Un guerrero respetuoso y honorable, que cede el asiento a una persona mayor, que agradece al mesero cuando le sirve la comida y que le abre la puerta del carro a su mujer. A veces solo necesitamos ayuda para despertarlo.
ED
Estoy muy de acuerdo en lo del combate espiritual. Hoy por hoy estamos en un combate espiritual donde todo es relativo y la gente tiene miedo de opinar y sostener con firmeza sus creencias. Es importante respetar el criterio ajeno, así como hacer respetar el propio. Abrazos!