El Señor le hizo una promesa a Josué. Que la extensión original de la tierra prometida a Abraham sería entregada a Israel, esa región ubicada al sur de las montañas del Líbano, al norte y oriente de Egipto, al este de la costa del Mediterráneo y al oeste del desierto de Arabia. Pienso, sin embargo, que esa idea de la tierra prometida se puede interpretar de una manera diferente. Más como un estado mental al cual accedemos cuando encontramos un sentido en la vida. Los budistas, por ejemplo, hablan del nirvana — alcanzado a través de la iluminación espiritual, llegando a un estado libre de sufrimiento y deseos. Si usted es docto en budismo y estas palabras son incoherentes y he hablado idioteces, por favor no dude en escribirme — mi limitado conocimiento acerca de esta filosofía podría ocasionar tal cosa.
En todo caso, siempre he tratado de mantener una mente abierta para tratar de comprender las diferentes religiones que coexisten en el mundo; las similitudes entre ellas suelen ser bastante asombrosas. Pero la mejor de todas, es que he conocido gente de primera de varias religiones. Y este hecho me da tranquilidad, pues después de todo significa que no importan los dogmas por los que te riges, sino como actúas en consecuencia de ellos.
Entonces te das cuenta de que el factor común entre todas ellas, es el amor. Amor al prójimo, amor al trabajo, a tu arte, a tu sangre, amor incluso a los momentos difíciles de la vida. He descubierto que cuando entregas todo lo que tienes a un proyecto, una persona, una tarea, un sueño, lo que sea; cuando realmente haces las cosas con amor, no necesitas más, pues las fichas tarde o temprano se acomodan en su lugar.
Tu cara está roja y tus dos manos están peleando por quitar ese brazo que está alrededor de tu cuello, apretándolo. Ruedas por toda la sala con ese individuo pegado a tu espalda. Llevas menos de un minuto en esa situación, pero parece una eternidad, el forcejeo es intenso, sus dos piernas alrededor de tu torso te aprietan y generan un malestar adicional, además del hecho de que te está estrangulando. Entonces, sueltas una de tus manos y le das tres golpes en la pierna, indicando que ya tuviste suficiente.
Ese pequeño ritual de los tres golpecitos es tu línea de vida. Todos los que estamos ahí adentro lo conocemos y lo respetamos. Ahí radica una de las virtudes del jiu-jitsu, te enseña acerca del respeto desde el día uno. Te enseña a liberar a otra persona cuando su vida está en tus manos y también crea la confianza de que te liberará cuando la situación sea la contraria. Cruda y pura filosofía directo a la vena. No he conocido otra actividad igual.
El jiu-jitsu fue desarrollado como un sistema de defensa personal, eso es cierto. Pero, en realidad, es un laboratorio vivo — como suelo llamarlo. Un laboratorio de la vida misma. El jiu-jitsu te lesiona, te obliga a tragarte tu orgullo, te sofoca, otras veces te maltrata, te aplasta, te duele. Sin embargo, en cada práctica, en cada lucha, en cada victoria y en cada derrota, te va abriendo los ojos. Pero no de golpe, sino lentamente, como el limón que brota de los azahares. Recuerda el caso anterior, cuando te estaban apretando el cuello y estabas al borde de la muerte — sabes que treinta segundos en esa posición te pueden llevar a severos daños cerebrales, incluso el descanso eterno. Pero apenas diste los tres golpecitos indicando sumisión, tu compañero te soltó. Y todo empieza de nuevo.
“A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el Éufrates.” Génesis 15:18
Entonces creo que esa es la tierra prometida, aquel lugar al que llegas cuando te empiezas a entender un poco más. Ahora entiendo el porqué de las palabras temet nosce (conócete a ti mismo) que están grabadas en el pronaos del templo de Apolo en Delfos. Imagino que cualquier actividad que te lleva al limite de los sentidos podría generar sensaciones similares. En todo caso, hagas o no hagas jiu-jitsu, espero que puedas encontrar tu propia tierra prometida antes de que se acabe el juego. Espero que encuentres esos momentos llenos de calma y paz — incluso cuando otra persona te esta tratando de estrangular y romper los brazos.
Porque después de todo,
aunque no lo hagas,
la vida va a pasar igual.
ED
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