Todo lo que existe y ha existido, todos tus problemas y alegrías, tus malas noches y pésimas decisiones, tus éxitos y fracasos, los planetas y las estrellas que nos cubren, tu película favorita y aquel atardecer soñado, cuyos colores cambiantes daban la impresión de que en ese instante lo estaba pintando el mismísimo Dios, todo, absolutamente todo tiene un inicio y un fin.
Y es que a veces - solo a veces - necesitamos morir para nacer de nuevo.
Ahora, si bien este enunciado es verdadero, también es subjetivo - pues lo que para algunos puede ser la muerte, para otros es un día en el parque. Todo depende de la perspectiva. Es decir, si vas a veranear a Mónaco y la empresa de alquiler de automóviles se equivoca y no te da el BMW que pediste a través del internet y en su lugar te entrega un mugroso Volkswagen, puede ser un mal día para algunos, la muerte dirían otros. En cambio para esa madre soltera, migrante, sentada en el parterre, pidiendo limosna mientras sostiene a su bebé cuadripléjico en brazos, aquel error en la base de datos de la empresa de alquiler de automóviles seria nada más que una cómica anécdota.
Perspectiva.
Durante algunos años de mi vida estuve involucrado en proyectos de educación ambiental. Curiosamente, me gradué como ingeniero pero nunca gravité hacia la parte técnica de la profesión. Ese mundo de caudales, logaritmos, mecánica de fluidos y estadísticas no era para mi, quizá mi gran amigo Jorge Esteban Riofrío Andrade encaja mejor en ese hábitat. Pensaba que si el planeta es gobernado por nosotros, pues por ahí mismo debería empezar la educación. Fue así que decidimos, con mi socio en ese entonces, fundar una empresa dedicada al diseño y ejecución de proyectos de educación ambiental. Uno de ellos, el primero - que hasta el día de hoy me parece lógico y necesario, el único problema es que para que funcione, el ser humano debe dejar de ser tan jodidamente cómodo. El proyecto consiste en educar a las personas a utilizar los residuos orgánicos que generan en sus hogares ¿El objetivo? Hacer compost, un abono orgánico ¿Qué hacer con ese abono? Pues, cultivas tus propios alimentos y dejas de comprar productos envueltos en plásticos y otros elementos prácticamente imposibles de descomponer. Es la solución para el 60% de la basura que generamos.
¡¿Suena increíble! no?!
Pues, si - en teoría. El problema es que alguien debe hacerse cargo de mover los residuos de un lugar a otro y removerlos una vez que el proceso de descomposición ha comenzado. Esto en realidad no es una tarea de otro mundo, pero vuelvo a repetir, el ser humano se ha convertido en un animal cómodo e irracional y - seamos sinceros - en cuanto a prioridades, la protección del planeta debe estar entre los escalones más bajos ¡Qué importa si para producir mi televisión de cien pulgadas se contaminaron doscientos metros cúbicos de agua! ¿verdad? Y así, luego de un año de proyecto y más de trescientas familias capacitadas, aparentemente les importaba un rábano el compostaje. Algunas familias utilizaban los envases para el compostaje como corrales para gallinas y cuyes. Ahora, la venta de estos animales les generaba mayores ingresos y beneficios económicos que el compost a corto plazo ¿entienden a lo que me refiero? Tenemos un pensamiento cortoplacista, en general, como especie. Para nosotros diez años es demasiado tiempo, para el planeta es una migaja. Nuevamente, un tema de perspectiva.
Experiencias como esta te parten el alma y luego de algunos años de profunda decepción en aquel oscuro mundo corporativo del medio ambiente y la falta de un genuino interés por hacer algo que tenga un verdadero impacto a largo plazo, me di cuenta que la verdadera tierra fértil estaba en el Jiu Jitsu y su poder de transformación. Pensé, que tal vez no era necesario educar a las personas empíricamente en el cuidado ambiental. Había visto hasta ese momento muchos beneficios - personales y ajenos - del Jiu Jitsu en el carácter e inmediatamente caí en cuenta de lo siguiente: una persona educada, que se respeta a si mismo y que respeta a su prójimo seguramente será una persona que cuide su planeta, después de todo, es el único que tenemos - ¡Por ahora!
Hoy por hoy, muchos alumnos llegan en bicicleta a la academia, se alimentan saludablemente y con conciencia, reciclan y les preocupa el bienestar del pequeño mundo en el que viven. La verdad es que ahora que lo pienso, a través del Jiu Jitsu hemos podido contribuir positivamente con el planeta de una manera extraña, poco común y muy diferente a la que hubiese imaginado hace quince años mientras cursaba la facultad.
La vida es misteriosa, en ciertos momentos tan solo necesitamos tener la menta abierta para que las ideas tengan tierra fértil donde poder crecer.
ED
“El sol puede morir y volver a nacer; pero nosotros, una vez se apaga nuestra breve claridad, hemos de dormir una sola y eterna noche.” Cayo Valerio Catulo
que honor mi ney salir en tus journals. se te quiere mi ñaño. Ossss sensey