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The Waterboy

Contaba mi papá que mi hermano Diego fue aguatero del Deportivo Quito. Yo, como acérrimo hincha de la honorable academia de fútbol, era fascinado con aquella historia. Pues, qué trabajo más noble puede existir que el de hidratar a esos once guerreros que hacen hervir las emociones de millones de personas alrededor del mundo. Y pues justamente esa memoria me llevó a pensar en esa palabra: noble, de nobleza. Y la verdad es que si tuviera que poner un adjetivo a mi hermano Diego seria ese: una persona noble. Esa pequeña palabra de cinco letras engloba la inmensidad que es mi hermano.


La natación siempre fue parte de mi vida. Hasta los últimos años de colegio era un nadador aficionado. Competí quizás una media docena de veces a lo mucho, con resultados mediocres. Pero el silencio y la paz que sentía en el agua era más que suficiente para enamorarme de ese deporte durante esos años, a pesar de que últimamente no he metido pie en una piscina. Mis hermanos en cambio, nadadores excepcionales, hasta el día de hoy. En todo caso, siempre estuve involucrado en la natación de una forma u otra.


 

The Waterboy.


Creo mucho en la lealtad. Un valor perdido en estos días. Y en ese sentido, siempre defenderé a capa y espada a mi familia. Pero estas palabras van mucho más allá de un lazo de sangre y de la misma lealtad. Si, tuve la suerte de compartir mi infancia con mis hermanos mayores y estoy seguro de que ese hecho fue fundamental para convertirme en la persona que soy ahora, para bien. A medida que los años pasan, uno siempre vuelve a su tierra, figurativamente hablando. Vuelve a esos primeros años. Vuelve a la finca de los abuelos y a los inviernos con nieve. Vuelva a la navidad, a los trenes de juguete, a los carros de Batman, a los videos caseros repletos de fallas en el audio y cortes repentinos de imagen, pero llenos también de amor incondicional.


Por eso creo, en días como hoy en los que el optimismo asoma la cabeza, que en ningún momento podrá la inteligencia artificial reemplazarnos. Podrá componer una sinfonía idéntica a la quinta de Beethoven, pero nunca podrá oler el otoño. Podrá pintar un cielo estrellado, pero nunca podrá sentir la hierba bajo los pies descalzos pisando el rocío de la mañana. Días como estos existen gracias al ejemplo de personas como mi hermano, Diego Rodrigo Darquea Cabezas.


Estas palabras no salen de tu hermano menor, salen de una persona que te admira. Gracias por ese temple para mantener la frente alta y la sonrisa prendida, a pesar de experimentar un dolor inimaginable. Gracias por eso ñaño. Gracias por enseñarme de música, por Metallica, Iron Maiden, Rush, Pink Floyd y tantos otros. Gracias por llevarme a escalar en roca, a pesar de mi vértigo casi enfermizo. Gracias por enseñarme a mantener la dignidad a salvo, a ser una persona recta. Gracias por cuidarme cuando era pequeño. Gracias por tu exquisito sentido del humor y tu franqueza, muchas veces sin filtro, pero que me enseñó a decir las cosas como son, ni más ni menos.


Gracias por tu enorme corazón. 


Quizás hoy es un cumpleaños diferente, no por ello mejor ni peor, solo diferente. Solo espero que sepas que muchas personas te vemos y nos contagiamos de esa fuerza sobrenatural para seguir un camino que a veces parece absurdo, pero que otros días, como hoy, parecen un milagro. 


Feliz cumpleaños ñaño y gracias por existir.




ED

 

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1 Comment


Guest
Sep 02

Espectacular escrito! Es muy difícil escribir con el corazón apartando las marañas del cerebro.

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