El economista Charles Goodhart—asesor del Banco de Inglaterra y profesor del London School of Economics—dijo en 1975: "Cuando una medida se convierte en el objetivo, deja de ser una buena medida." La Ley de Goodhart, entonces, establece que una medida solamente funciona cuando hay un objetivo mayor detrás de ella. En otras palabras, apuntemos a que nuestras madrugadas a correr diez kilómetros sean porque somos esa persona disciplinada y perseverante, no solamente porque el entrenador lo dice o porque mueren por publicar una foto suya con los pelos parados, su frente chorreando gotas de sudor y los cachetes rojos. Al lado, un hashtag tipo #run4life o algo por el estilo, para que sus amigos del mundo digital puedan ver lo disciplinados y atléticos que son. Háganlo por ustedes. Punto.
Vivimos en una constante persecución de números, sin un fin concreto. Lo interesante es que cuando ponemos en práctica la visualización del objetivo, el proceso en sí mismo se hace más sencillo, más llevadero, se disfruta más. Aprendamos a ir más allá de la maldita costumbre de cuantificar absolutamente todo. De esta manera, cuando encontramos sentido a lo que hacemos, el mismo acto de hacerlo se vuelve mucho más agradable.
Cantidad sobre calidad, es la norma hoy en día. En la educación, por ejemplo, las instituciones exigen lo mínimo necesario para pasar las asignaturas y su misión parece que se ha convertido en producir bachilleres y profesionales en serie, lanzarlos a un mar de desempleo para finalmente verlos sucumbir como herramientas desechables después de cincuenta años, reemplazados por obreros más jóvenes o algoritmos de inteligencia artificial que no necesitan salario, vacaciones ni indemnizaciones. La juventud de ahora parece que se ha contagiado de este mal y solamente podemos esperar que en sus hogares exista una cultura de incentivo a la curiosidad y al pensamiento crítico, caso contrario, temo por lo que nos espera en el futuro.
Cantidad de títulos.
Cantidad de dinero en el banco.
Cantidad de followers.
Ya estamos en el futuro y no podemos quedarnos estancados. Pero al mismo tiempo, debemos ser inteligentes y no asumir que por el hecho de que movemos los brazos, estamos nadando. Muy a menudo, esto nos lleva a que el hundimiento sea incluso más rápido y si no tenemos cuidado, terminaremos como ratones de laboratorio. Un montón de roedores corriendo dentro de una inmensa rueda que no llega a ningún lugar, un número más, una estadística más y de repente, en un abrir y cerrar de ojos, pasan diez, veinte, treinta años, y se nos pasa la vida.
Vivimos en un mundo de pantallas, bombardeados por una ilusión de falsos estándares impuestos por Hollywood y los influencers de moda. Aquí también existe un juego de números y no de verdaderos cambios estructurales dentro del individuo. Buscan que compremos los zapatos, pero no que caminemos por el camino correcto. Nos ofrecen el último iWatch para registrar las calorías quemadas, pero nos olvidamos de ser verdaderamente saludables. Enfoquémonos en forjar nuestra identidad a largo plazo, comamos ensaladas y bebamos agua porque somos personas saludables, no solo porque se acerca la temporada de playa. Sentémonos a escribir dos horas al día, no solo porque nos lo exige el diplomado de escritura creativa, sino porque somos escritores.
Si algo he aprendido transitando el camino del Jiu Jitsu es lo siguiente: No se trata de la cantidad de horas que entrenes, ni del cinturón y tampoco de ganar una que otra medalla. Se trata entrenar por el resto de tu vida y mantener una óptima salud—física y mental. Eso solamente lo podemos lograr con entrenamiento inteligente y enfocado, dejando a un lado la cantidad y reemplazándola por calidad de entrenamiento. ¿Cómo mantenernos en el camino del Jiu Jitsu el tiempo suficiente para entender esto? Solo vayan. Aparezcan en la academia todos los putos días. Ese es el secreto.
"Cuando una medida se convierte en el objetivo, deja de ser una buena medida." Charles Goodhart
Unir las ideas precisas en el contexto adecuado usando la menor cantidad de palabras posibles, no es tan sencillo como parece. Sin embargo, si creamos el hábito de controlar nuestro output, sin importar la actividad, quizá podamos cambiar nuestra vida, paso a paso. En la academia nos concentramos—sobre todas las cosas— en enseñar a aprender. Un enfoque de esta magnitud les ayuda a nuestros estudiantes a tener una perspectiva global del aprendizaje en general—no solo dentro del Jiu Jitsu— sino en cualquier área en la que busquen profundizar sus conocimientos. Pero siempre con calidad, de tal manera que todos aquellos que atraviesan esas dos puertas de vidrio para iniciar su camino en el arte suave, se comprometan de por vida y puedan disfrutar el camino del Jiu Jitsu hasta su último respiro.
Si algo falta en este mundo es eso, aprender a controlar la calidad de lo que hacemos—todos los días.
Como siempre un gusto leer. Oss siempre mi pana