Han pasado veinte años desde que me gradué del colegio. Me acuerdo que los profesores tomaban lista y uno debía decir “presente” cuando era nombrado. Creo, sin embargo, que los profesores — los buenos profesores — buscaban más que solamente la presencia física, sino más bien una presencia de mente y de alma. Ahora — después de muchos años como profesor de Jiu-Jitsu — entiendo la necesidad de la presencia absoluta en clase. El Jiu-Jitsu te enseña, aunque pensándolo bien, te obliga a estar presente en todo momento. Si no estás con tus cinco sentidos puestos en un combate, tendrás serios problemas.
Yo conversaba con mi perro. Sí, así como lo leen. Parece el inicio de una historia que le cuentas a tu psicólogo y en cuestión de segundos llegan personas en batas blancas a colocarte una camisa de fuerza para internarte. Pero no, yo conversaba con él. Le contaba como me había ido en el día y a veces le preguntaba como le había ido a él. — Debes estar cansado — le decía en broma, pues su único trabajo era dormir, comer, cagar y darse vueltas buscando un nuevo lugar en el departamento para dormir. Pero aun en estas sencillas tareas, se le notaba que estaba presente en todo momento. Nuestra línea de tiempo (humanos/simios) va en función de objetivos y proyectos; para los lobos (perros) en cambio, cada momento es completo en sí mismo.
Pensaba en esto mientras tendía la cama. Me di cuenta de que en menos de cuatro movimientos la cama estaba perfectamente tendida. Alguna vez leí — o me lo contaron, no estoy muy seguro — que en el ejército, los oficiales superiores revisan las camas de los soldados para ver si están bien tendidas. Lo hacen así: lanzan una moneda encima de la cama y si la moneda rebota, significa que la cama está bien tendida y templada. Si la moneda cae muerta, tenían que repetir la tarea. La disciplina militar es una herramienta muy valiosa. Estoy en contra de la guerra, completamente; sin embargo, creo que los valores del combate nos ayudan a ser mejores personas. No por nada decidí dedicar mi vida a estudiar el arte de la guerra y ayudar a otros a usar estas herramientas para alcanzar su potencial. En todo caso, el punto es que si vas a tender tu cama, procura estar presente y hacerlo bien.
Pero más allá del Jiu-Jitsu y el rutinario acto de tender la cama, existen opciones para aprender a manejar el tiempo como lobos en lugar de hacerlo como simios. Sentarte al filo de la ventana y mirar los colibríes, coger un libro, cocinar un mate, poner tu música favorita y estar, solo estar. Darte el tiempo para entrenar Jiu-Jitsu, salir a correr, o por lo menos a caminar. Si no tienes dos tercios del día para ti mismo, considérate un esclavo, dijo alguna vez Nietzsche.
Y no, no estoy hablando de quedarte dieciséis horas acostado sin hacer nada. Hablo de partirte el lomo para cumplir tus sueños, de hacer lo que te gusta, de aceptar las oportunidades y de pararte nuevamente cuando te tumben. También hablo de cuidar tu salud, de ser financieramente responsable, de hacer las cosas simples y hacerlas bien. Recuerden que sin disciplina no existe la verdadera libertad, solo el libertinaje. Pero hagas lo que hagas, trata de estar presente a lo largo del camino. No sea que cuando llegue la hora de visitar el majestuoso salón de Asgard, sientas que no hayas vivido.
Uno de mis objetivos personales es educar a la mayor cantidad de personas a través del Jiu-Jitsu, mientras Dios — o quien sea que maneja los hilos de esta extraña vida — me dé el aliento para hacerlo. Creo que la educación es el pilar fundamental de nuestra sociedad, pero también creo que no lo hemos hecho adecuadamente. La educación es parte de la naturaleza. Las lobas, por ejemplo, enseñan a los lobeznos a cazar y a protegerse de sus presas. Se les ha visto usar patas cercenadas de venados o búfalos para simular las patadas potencialmente mortales para los lobos. De esta manera, los cachorros entienden el peligro de semejante golpe y aprenden a protegerse. Lo hacen naturalmente. En este sentido, necesitamos más profesores que amen educar, pero al mismo tiempo necesitamos más alumnos que realmente quieran estar en clases. Tengo la inmensa suerte de fusionar ambas en la academia de Jiu-Jitsu. Es la mezcla perfecta para crear un ambiente ideal para el aprendizaje. Y la verdad es que los resultados son contundentes. Al igual que las plantas florecen, cuando tiene suficiente sol, agua y la energía necesaria para prosperar.
Nueve de cada diez personas probablemente no lleguen al final de este ensayo. ¿Será que mi escritura es basura o será que tenemos una seria epidemia de falta de presencia? Cualquiera sea el caso, si llegaste hasta este párrafo, te felicito, lograste estar presente el tiempo suficiente para terminarlo. Y además, para mi satisfacción, quizás mi escritura no está tan mala.
ED
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