Seguro han escuchado estas dos palabras juntas en el último tiempo, sobre todo si viven en Latinoamérica, particularmente en Ecuador. La muerte cruzada es una medida contemplada en la Constitución que le permite al presidente disolver la asamblea. Esto ocurre en caso de considerar que la misma obstaculiza su capacidad para gobernar. Tremendo lío en el que se encuentra este hermoso país una vez más. Sin embargo, no es mi intención meter el dedo en la herida. No quisiera hablar de la incapacidad absoluta de quienes asumen el liderazgo político, ni tampoco de la estupidez colectiva de un pueblo que en su mayoría vive en una violenta ignorancia, tiende a ser corrupto y ha sido abandonado por demasiado tiempo. La muerte cruzada que a mí me interesa, es otra.
Como bien sabemos quienes practicamos Jiu Jitsu, cada vez que vamos al entrenamiento, de cierta manera morimos para nacer de nuevo. Existen técnicas — como las estrangulaciones, por ejemplo — que son literalmente mortales. Sin embargo, existe una señal universal que permite al oponente indicar su sometimiento. Esta señal de sumisión consiste en dar tres golpes al cuerpo del compañero. Esta señal es sagrada y es la que provee seguridad al practicar el Jiu Jitsu. La filosofía detrás de este minúsculo acto es mucho más profunda de lo que parece. Te enseña el respeto de una manera completamente primal y te enseña misericordia, pues hay momentos en los que tienes la vida de tu compañero en tus manos. Por esto decimos que morimos todos los días, para nacer de nuevo.
La estrangulación cruzada. Esta es quizás la técnica más sencilla a simple vista, pero al mismo tiempo una de las que más cuesta dominar. Steve Jobs decía que lo simple puede ser más difícil que lo complejo: tienes que trabajar duro para que tu pensamiento sea limpio y hacerlo simple. La técnica de la estrangulación cruzada consiste en agarrar el kimono con ambas manos de forma cruzada rodeando el cuello del adversario. El mecanismo de estrangulación consiste en aplicar presión constante con los antebrazos sobre ambos lados del cuello, obstaculizando el flujo de sangre al cerebro. Lo que ocurre a continuación — en caso de que el oponente se resista — es que pierde el conocimiento. Este tipo de técnicas son ideales para defensa personal, pues una vez que el atacante queda inconsciente, la victima tiene tiempo suficiente para huir de la situación.
Como he dicho antes, suena bastante sencillo, aunque no lo sea. Existen conceptos avanzados que se inmiscuyen dentro de esta técnica. Conceptos como: transferencia de peso, presión constante, usar dilemas para iniciar el ataque, crear escenarios imaginarios en los que el oponente se escapa y debemos cambiar la estrategia sobre la marcha. En fin, es un juego de ajedrez con el cuerpo en donde miles de detalles invisibles al ojo funcionan al unísono. Por eso la simplicidad de la estrangulación cruzada la convierte en el ápice del entendimiento del Jiu Jitsu.
Podemos extrapolar este concepto a otras áreas de la vida misma. Por ejemplo, he conocido decenas de personas que han cambiado radicalmente su forma de vida por varias razones. Algunas de ellas han sido por fuerza mayor, otras han sido decisiones personales y difíciles, otras han sido por mera casualidad. Sin embargo, en cada historia, en cada separación, en cada pérdida, contada por sus protagonistas, se pintaban en mi cabeza como si fuesen pequeñas muertes que abrían la oportunidad para nacer nuevamente.
"Lo simple puede ser más difícil que lo complejo: tienes que trabajar duro para que tu pensamiento sea limpio y hacerlo simple. Pero al final vale la pena porque una vez que llegas allí, puedes mover montañas." — Steve Jobs
Vivimos tiempos extraños. No sé si la capacidad para transmitir la información a velocidades nunca antes vistas hace que todo sea más extraño todavía. Ayer, por ejemplo, vi un video perturbador de la situación en la ciudad de Philadelphia. Las calles de esa ciudad estadounidense llenas de carpas y basura donde habitan los menos afortunados. Hordas de muertos vivientes, anestesiados por drogas sintéticas, se pasean por las veredas mientras los transeúntes los esquivan. Lo más triste es la indiferencia del resto o peor aún, la normalización de la miseria y el sufrimiento. Los que tienen contra los que no tienen. Y estos últimos, logran ocultar su situación anestesiando su cuerpo y blindando su alma, esperando una dosis mortal que acabe con su existencia de una vez por todas.
Los tiempos oscuros por los que atraviesa nuestro país y el mundo entero me llevó a pensar en lo importante que puede ser morir, para nacer de nuevo.
ED
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