La cultura japonesa siempre me ha fascinado. Estoy seguro que es en gran parte gracias a la influencia de las películas de artes marciales y ese misticismo que traían consigo. El personaje principal por lo general era un chico abusado y maltratado en la escuela que se encontraba con un conserje o un vagabundo que resultaba ser un gran maestro de artes marciales. Ese proceso de transformación de un joven tímido y abusado que se convierte en el héroe durante el transcurso de la historia siempre me ha llamado la atención. Estoy seguro que esa narrativa nos atrae a todos, o por lo menos a la gran mayoría de personas. Todos hemos sentido esa impotencia en algún momento de la vida, cuando creemos no saber nada y los obstáculos que aparecen ante nosotros se ven imposibles de atravesar. Pero aún así lo hacemos, y lo continuamos haciendo una y otra vez.
Gradualidad y Continuidad. Estos son los dos fundamentos sobre los que se sostiene un concepto japonés que me ha llamado la atención desde hace muchos años. El kaizen. De hecho, el primer tatuaje que tengo en el hombro derecho es justamente kaizen - lo más cliché, lo se -. Me lo hice mientras cursaba la universidad y estaba estudiando un método de entrenamiento para natación que se llama Kaizen Swimming. El entrenamiento consistía básicamente en hacer pequeños ajustes a lo largo del tiempo. Por ejemplo: una semana te tenías que concentrar en mejorar el estilo de tu brazada y buscar ser lo mas eficiente posible. El primer día haces 15 brazadas por cada largo con el objetivo de llegar a 11 brazadas para el quinto día de la semana. La idea es ir haciendo pequeñas mejoras para lograr resultados con menos esfuerzo y máxima eficiencia.
El arte del jiu jitsu brasilero tiene la ventaja de que te permite luchar y defenderte a pesar de tener la espalda en el piso. Esta es quizás la diferencia más importante en comparación con otras artes marciales. Los primeros eventos de artes marciales mixtas (MMA por sus siglas en inglés) pusieron en evidencia la importancia de esta habilidad -poco conocida hasta el momento - para pelear en el piso y además de controlar al adversario, llevarlo a la sumisión. El jiu jitsu forma parte de un grupo de estilos de pelea que se denomina grappling. Este tipo de artes de combate se concentran en la pelea cuerpo a cuerpo, donde generalmente el objetivo es derribar y controlar al adversario en el piso y algunas de ellas permiten técnicas de sumisión para obligar al oponente a rendirse. En este grupo, además del jiu jitsu, encontramos al judo, la lucha olímpica, el sambo ruso, y algunas otras formas de combate que han surgido con el paso del tiempo. Las artes de striking por otro lado - en caso de que se estén preguntando - son aquellas que se enfocan en golpes con pies, manos, codos, rodillas, canillas y por lo general se mantienen en esa distancia media que permite hacer contacto con el oponente pero al mismo tiempo tener espacio suficiente para esquivar los ataques.
En lo personal, he tenido la inmensa suerte de tener la presencia de un luchador que ha sido clave en el proceso de evolución técnica de la academia. Cuando hablo de luchador, me refiero a un atleta con experiencia en el wrestling o lucha olímpica. Ese arte milenario practicado desde los tiempos de la antigua Grecia, deporte de reyes y filósofos, cuya misión es derribar a un oponente y controlarlo en el piso. Ezequiel Zimmer (Zeke). Hasta el día de hoy me asombra su disciplina y capacidad de asimilar el jiu jitsu en tan poco tiempo, en gran parte gracias a su conocimiento y habilidad para el wrestling. Algunas veces había entrenado con luchadores y siempre me sorprendieron dos cosas en especial. La primera era la base sólida que tenían, prácticamente imposible darlos vuelta y poner sus espaldas contra el piso, como tratar de doblar un roble centenario. La segunda, era el tanque de gas infinito, no se cansaban nunca y siempre iban para adelante como un pitbull atrás de un hueso. Para mí la lucha fue, durante mucho tiempo, ese deporte extraño donde los competidores usaban unos trajes raros y lo veía en las Olimpiadas cada cuatro años. Nunca me imagine la relevancia que iba a tener para mí en el futuro. Hoy por hoy, la lucha se ha convertido en una pilar esencial de los módulos de enseñanza dentro de la academia. "Si quieres pelear en el piso, debes saber llevar la pelea al piso", es mi frase predilecta cuando algún alumno esta con ganas de reclamar por el intenso entrenamiento físico que significa practicar derribos.
"Si quieres pelear en el piso, debes saber llevar la pelea al piso"
Y así empezó una gran lección de humildad para mi en lo personal. Era demasiado sencillo cuando llegaba un alumno nuevo, sin conocimientos de artes marciales, enseñarle sus primeros pasos en el jiu jitsu. Había llegado a un estado de confort que me estancó dentro de una realidad virtual creada por mi mismo acerca de lo que era el arte del combate. Con la llegada de un luchador excepcional, descubrí muchos huecos dentro de mis conocimientos de la pelea en pie. Tuve la gran oportunidad de corregir malos hábitos y errores conceptuales que había cosechado durante los años. Tuve que derribar y construir nuevamente desde los cimientos. Se convirtió en un intercambio de conocimiento en el que yo le enseñaba jiu jitsu pero al mismo tiempo absorbía el complicado y hermoso arte del wrestling.
Entendí una lección importante de la vida misma gracias a esta experiencia con el gran Zeke. A veces uno cree que sabe todo. Siendo cinturón negro de jiu jitsu, luego de más de diez años de entrenamiento duro, lesiones, seminarios, competencias, pensaba que solo habían pocas cosas que aún podía aprender, pero me sorprendió (gratamente) lo equivocado que estaba. Siempre seré fanático de la guardia - para los que no saben de lo que hablo - la guardia es una posición en la cual estamos con la espalda en el piso y utilizamos nuestras piernas como un escudo ante el oponente. Esta posición da lugar a una cantidad infinita de posiciones para invertir la posición y quedar por encima, o llegar a una posición de finalización, es decir obligar al oponente a rendirse.
La guardia es una increíble herramienta para la defensa personal y en situaciones donde la desventaja de peso y tamaño es significativa. Sin embargo, me di cuenta de la importancia de someterse a ese esfuerzo físico que implica derribar a otro ser humano y clavarlo en el piso, algo así como dominar un jabalí salvaje solo con tus manos. Ese instinto primal de luchar y no darte por vencido hasta el final, imponiendo tu voluntad. Ahora, la guardia es un elemento innovador que cambió para siempre nuestra visión de las artes marciales en general. Sin embargo, mi pregunta es ¿Por qué no podemos tener lo mejor de los dos mundos? Ser luchadores completos, hablando en términos generales, no solo como estudiantes del jiu jitsu. Los años me enseñaron a buscar formas más inteligentes de entrenar. El concepto del kaizen ha resultado ser el más efectivo. El momento que comprendes que puedes construir una pared gigante de ladrillos, simplemente concentrándote en un ladrillo a la vez, vas a entender la importancia de un mejoramiento gradual y continuo. Ya no verás la pared gigante de ladrillos como una monstruosa estructura, sino como una serie de tareas sencillas.
Si algo he aprendido en este largo viaje, es esto: enamórate del proceso. En cualquier actividad que realices puedes aplicar el concepto del kaizen para mejorar gradualmente sin agobiarte. No obstante, por más conceptos y métodos que puedas investigar y estudiar, nada reemplaza la pasión y el amor por el proceso mismo de crecer, en la ciencia, en el arte, en el deporte o en la vida misma.
ED
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