Seis monos son colocados dentro de una jaula. Dentro de la jaula hay una soga que lleva a un pequeño tablón donde reposa un plátano. Cuando un mono agarra la fruta, un sistema de mangueras conectadas al exterior lanza un chorro de agua helada a todos los monos dentro de la jaula. La próxima vez que un mono intenta subir a coger el plátano, el resto de monos le pega una paliza para evitar ser mojados por el agua helada.
Un par de días después, sacan a un mono e ingresan a uno nuevo en su lugar. Ahora es cuando el experimento se pone interesante. Cuando el nuevo mono sube a coger la fruta, apenas intenta subir, el grupo le agarra y le pega una paliza.
El nuevo no tiene idea del porqué de la paliza.
Con el tiempo, intercambian a todos los monos de tal manera que no queda ni uno solo del grupo de control original. Sin embargo, cada vez que un mono trata de subir a coger el plátano recibe una golpiza del resto de sus compañeros. Ninguno sabe porqué le golpean—pues ninguno fue mojado con agua helada— simplemente adoptaron ese comportamiento a través del tiempo. Normalizaron golpear al mono que busca la banana, pero ninguno sabe porqué.
Así estamos. Un grupo experimental de monos desnudos, a merced de unos experimentos macabros. “Somos gays, somos queers, venimos por sus hijos…” se escuchaba corear por las calles de Nueva York en un desfile el pasado fin de semana. Respeto completamente lo que quieran hacer con sus vidas — después de todo, es su problema — pero cual es el maldito tema de querer embutir al resto de personas sus agendas. No entiendo y quizás nunca lo haré, me desconcierta el enigma de lo que están tratando de hacer con nuestra sociedad.
¿Recuerdan las juventudes hitlerianas? Si logras convencer y lavar el cerebro de los niños, tendrás un rebaño listo y cocinado para hacer lo que les digas en el mediano plazo. Adoctrina a los niños y gobernarás a los adultos del futuro. Todos los gobiernos totalitarios más nefastos de la historia han usado estrategias similares. Los espartanos adoctrinaban a sus niños y jóvenes para la guerra. Pero por lo menos la guerra te enseña valores como el honor, la valentía y el respeto—si, respeto, pues a pesar de que se mataban, por lo menos trataban de morir y matar con honra y gloria. Mucho más de lo que veo en esta frágil sociedad que se esta fraguando.
En cien años no estaré aquí y a lo mejor tú tampoco. Entonces, todos estos desconciertos y enigmas habrán sido cosa del pasado. Incluso el lenguaje será mutado para dar vida a una espantosa inclusividad que de inclusiva no tiene nada. Mata el lenguaje y matarás a la sociedad. Habrá una nueva realidad y nunca la conoceremos — y francamente siento un triste y curioso alivio al escribir este hecho. Solamente puedo decir que somos iguales a los seis monos del experimento del inicio, solo que nuestra jaula es más grande.
ED
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