Lecciones de liderazgo — de aquí y allá.
Surfeaba las palabras con su mano izquierda, como que no quisiera perderse ninguna de ellas. Utilizaba un recibo viejo para no perder las líneas mientras tomaba su café. El sol comenzaba a desaparecer entre las montañas, dando lugar a esa tenue luz rojiza que pinta el ambiente, indicando que se acerca la noche. Sacó sus anteojos cuidadosamente de su blazer color azul marino, cubierto de pelusas blancas. Por su aspecto descuidado y bohemio, pienso que lo último que pasaba por la cabeza de este caballero era su aspecto. En un mundo donde todos aparentan vidas perfectas, llenas de viajes, amores y posesiones materiales, gente como Rómulo, son tesoros nacionales. Seguro es profesor de filosofía acá en la universidad– me dije a mi mismo.
La primera lección de liderazgo aprendida aquella tarde fría y oscura me la dio Rómulo – nombre inventado por mi, puesto que no lo conocía. Sin embargo lo bauticé como Rómulo, el último surfista de palabras. Esta especie está en camino a la extinción. Me pregunto quien será capaz de salir a media tarde a una cafetería a leer un libro de aquí en cincuenta años. De todos modos, gracias Rómulo por inspirar con el ejemplo. Gracias, porque a lo mejor tu no tienes idea de que te observaba aquella tarde, ni siquiera sabes que existo. Pero tu ejemplo causó que al día siguiente, yo cogiese un libro y me sentara a leerlo en el parque, bajo la sombra de un magnolio que había florecido esa semana. Ese liderazgo es el más efectivo, el que se logra a través del ejemplo.
La segunda lección de liderazgo viene desde Catar, donde hace pocos días se dio inicio al mundial de fútbol organizado por la FIFA. Un evento percudido por escándalos de corrupción y violaciones a los derechos humanos y sin embargo, en este preciso momento todos — me incluyo — hacemos la vista gorda de esta situación. Así como lo hacemos con todo en esta curiosa sociedad en la que vivimos, no? Asambleístas narcotraficantes, senadores pedófilos, presidentes ladrones, policías asesinos, abogados hipócritas y alcaldes corruptos. Todo el mundo ha volcado la atención hacia ese juego en el que veintidós seres humanos corren atrás de un balón y sus partidos paralizan a billones de personas alrededor del mundo durante noventa minutos.
En una conferencia de prensa del equipo nacional del Ecuador — a la cual asisten algunos jugadores y el director técnico — un periodista lanzó una complicada pregunta relacionada al tema de los derechos humanos en Catar. Se la hizo a un jugador afroecuatoriano de no más de 20 años, un jugador de un pobre país sudamericano, donde la mayoría de estos chicos usan el fútbol como un medio para salir de situaciones de extrema pobreza. No están en capacidad para responder semejante inquisición, por lo que el jugador quedó en silencio. En ese momento, presencie una magnifica lección de liderazgo por parte del director técnico de la selección ecuatoriana, el argentino Gustavo Alfaro. Interrumpió el incómodo silencio de su pupilo con las siguientes palabras, las cuales me tomo la libertad de transcribir textualmente, pues valen la pena leerlas:
“No lo metan en problemas. Estamos a favor de todos los derechos humanos, en todo el mundo, y la igualdad. Bregamos por eso. Ellos son jugadores de fútbol, tienen su talento, tienen sus sueños, tiene sus ilusiones y merecen ser respetados por eso.”
Ser líder va más allá de querer demostrar ser el mejor o tener poder sobre otros. Ser líder no significa convertirse en dictador y obligar a cumplir ordenes por temor a un castigo. Es todo lo contrario, el liderazgo se sostiene sobre el hecho de poner el pecho a las balas cuando la situación lo amerita, cuando un miembro de tu equipo te necesita. Ser líder significa dar el ejemplo, aun cuando nadie te ve. Ser líder significa darle una mano al compañero caído, pero no desde el frente, pues le cegarás y no podrá mirar el camino. Tienes que empujarlo desde atrás, desde la espalda y solo así le ayudarás a emprender su vuelo hacia la luz.
ED
コメント