La piedra angular de todo lo que hacemos.
A mediados de los años noventa, mi papá empezó a llevarme a correr, antes del horario de escuela. Tenía diez u once años en esa época y el simple hecho de aprender a levantarme antes de las seis de la mañana en esos fríos de la sierra ecuatoriana, ayudó a formar mi carácter. Cualquier esfuerzo físico que realizo hoy en día lo comparo con esos cuatro kilómetros - tres mil novecientos cincuenta metros para ser exactos- que significaba correr el perímetro del parque de La Carolina. Ese central park criollo que de alguna manera se convirtió en el epicentro de Quito, la capital ecuatoriana. En esos tiempos el aire aún era respirable en la ciudad, habían menos buses vomitando material particulado y no existía esa paranoia creada por la brutal inseguridad de la actualidad. Ese fue mi primer acercamiento al arte de respirar.
Una exhalación y dos inhalaciones era el ritmo que aprendí a usar observando - escuchando en realidad - a mi papa mientras corría a su lado. Era normal sentir ese dolor en el lado izquierdo del abdomen, justo debajo de las costillas, cuando perdía el ritmo y la coordinación de la respiración con el movimiento. Entonces - recomendaba mi viejo - debía aplastar esa zona con el dedo índice y el dedo medio, inhalar y exhalar hasta que pase el dolor y retomar el ejercicio tratando de encontrar ese ritmo nuevamente. Poco sabía que ese hábito de respirar en movimiento se iba a convertir en la piedra angular de todo lo que hago hoy en día.
Cuando empecé a entrenar jiu jitsu en el año dos mil siete, ese hábito adquirido de coordinar la respiración con el movimiento me ayudó de manera significativa. La mayoría de personas que empiezan a entrenar jiu jitsu sufren por que dejan de respirar. Lo hacen porque es sobrecogedor el esfuerzo físico y psicológico que representa luchar cuerpo a cuerpo con otra persona. Con el tiempo, los que se mantienen entrenando, aprenden a respirar correctamente.
Lo que más importa es qué tan bien caminas a través del fuego - Charles Bukowski
Mantenerse en calma bajo presión. Esa es la mayor enseñanza que nos deja el arte suave a todos quienes la practicamos y nos mantenemos firmes en el camino. Mantenerse en calma ante el caos mismo que es la vida, ese es el arte, de eso se trata a la final de todo. Con el tiempo he descubierto que el bloque de construcción de todo es la respiración. La gasolina con la que movemos nuestros cuerpos y con la que funciona esa maravillosa máquina que es el cerebro. Se han dado cuenta que cuando están en una situación complicada o emocionalmente sobrecargada, dejan de respirar. Observen a otras personas. Yo lo hago a diario, solo escucho atentamente y puedo sentir la respiración de algún alumno que se desfasa, empiezan a respirar solo con el pecho, empiezan a cometer errores no forzados y terminan perdiendo el control. Y es lógico, pues podrías estar conduciendo un Ferrari que si se te acaba la gasolina se acabó el juego. Punto.
La experiencia me ha enseñado a repensar la manera de comenzar el viaje del jiu jitsu de los alumnos nuevos. Hoy por hoy lo primero que aprenden es a respirar, en lugar de hacerlo al revés. Yo tuve la suerte de llegar al jiu jitsu con una base de respiración gracias a mi papá. Sin embargo la gran mayoría de personas no tienen idea lo que significa respirar en movimiento. Por eso es sumamente importante empezar de esta forma, aprendiendo a utilizar de manera eficiente el combustible que nos permite realizar todo lo que hacemos, el oxígeno. De esa manera encuentro que las personas llegan a apreciar el entrenamiento de jiu jitsu. Los resultados se ven. Cada vez son más las personas que se quedan entrenando y logran obtener los beneficios a largo plazo.
Hagan la prueba. La próxima vez que se enfaden por algo fuera de su control o se nublen ante un problema o situación complicada regresen a lo único que en verdad esta bajo vuestro control, su propia respiración.
ED
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