"A veces eres el clavo, otras veces el martillo" repetía mi profesor de Jiu Jitsu en los entrenamientos. En aquella época no estaba muy seguro del significado de aquella frase y sinceramente no entendía que relación podían tenían los clavos y los martillos con el entrenamiento de Jiu Jitsu. Para ser totalmente honesto, hace quince años no entendía nada sobre el Jiu Jitsu y tampoco entendía mucho sobre la vida misma. Era un muchacho de veintidós años a punto de graduarme como ingeniero y no tenia ni puta idea de lo que quería hacer en la vida. Ahora que entiendo un poco más - sobre el Jiu Jitsu, de la vida no mucho todavía - reconozco que la razón de mi ignorancia era porque en ese momento aún era el clavo, me faltaba mucho todavía para ser el martillo. Además aprendí que, como todo lo que vale la pena en esta vida, debemos aprender a escuchar todas las versiones y ver desde todas las perspectivas y ángulos antes de darnos aires de entendedores y jueces.
Pasaron meses y luego años antes de ser uno de los primeros alumnos en la fila de la formación en clases, es decir, ser considerado un alumno avanzado. Curioso, pues no tenia habilidades superiores al resto de alumnos, ni siquiera era el más fuerte o el más rápido, solo sé que me gustaba el Jiu Jitsu y ahora por fin entiendo que el secreto era que no había ningún secreto, solo tenía que encontrar la disciplina necesaria para no faltar nunca. Punto. Me encantaba el simple hecho de aprender algo nuevo todos los días y de alguna extraña manera hasta los dolores del cuerpo resultaban no del todo terribles y eso fue lo que me mantuvo ahí, firme y fuerte, aferrado con todo mi ser a esa sed de conocimiento. La constancia, aprendí, es mucho más poderosa de lo que la gente piensa. Si no me creen, mírenme, quince años después y cada clase de Jiu Jitsu es igual de fascinante que la primera, con una sonrisa de oreja a oreja, como niño en juguetería.
La constancia te asegura que te convertirás en el martillo, tarde o temprano. A través del tiempo y el entrenamiento vas transformando el conocimiento teórico en habilidades que te permiten utilizar el Jiu Jitsu para someter personas veinte, treinta, hasta cincuenta veces más pesadas y fuertes que ti, sin esfuerzo alguno. Para ser sincero, es lo más cercano a un superpoder que conozco y como siempre, este poder puede ser sumamente adictivo. Con un gran poder viene una gran responsabilidad dice aquella frase cliché de alguna historieta de superhéroes.
Todo en esta vida tiene un peaje o un impuesto que pagar. Todo ¿Te gustaría vivir en una isla paradisíaca en medio del mar Caribe? Excelente, pero debes prepararte para la temporada de huracanes ¿Quieres aprender Jiu Jitsu y llegar al tan anhelado cinturón negro - al cual menos de uno por mil de los practicantes actualmente llegan? Pues tendrás que aprender a ser el clavo antes de ser el martillo.
El siguiente párrafo tomado del libro El chico sobre la caja de madera de Leon Leyson nos ayuda a poner las cosas en perspectiva: "Otros judíos la pasaban mejor que nosotros. Algunos habían traído al gueto algo de dinero o joyas que podían intercambiar por comida. Una mujer rica que vivía en el apartamento encima del nuestro solía pedirme que hiciera compras para ella. Una vez, cuando regresé a su casa, buscó una hogaza entera de pan y cortó una gruesa rebanada para mí, como pago por mi ayuda. Miré con asombro como ella untaba mantequilla generosamente en el pan. Nunca se me ocurrió comerme todo aquel inesperado tesoro. En cambio, se lo llevé a mi madre. Ella quitó la mantequilla, cortó el pan en rebanadas más finas y volvió a repartir la mantequilla en cada una de ellas. Así, toda la familia pudo compartir el inesperado festín. Aquel fue un buen día."
Palabra clave: perspectiva ¿no creen? Aquel obscuro pasaje en la historia de la humanidad trae consigo testimonios como este. Leyson fue uno de los miles de niños judíos que sobrevivieron el Holocausto gracias a Oskar Schindler, aquel businessman alemán de corazón inmenso y agallas de acero, que pudo salvar miles de vidas a pesar del inmenso riesgo que representaba para la suya propia. En algún momento de nuestras vidas seremos clavos y otras veces martillos. Lo importante es aprender a mantener la cabeza fría, tener paciencia y conservar la dignidad cuando somos el clavo y plantar bien los pies en la tierra para conservar la decencia y la humildad cuando nos toque ser el martillo.
Recuerden, somos polvo de estrellas, el resto son detalles.
ED
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