Los espartanos hablaban acerca de vencer al miedo con el miedo mismo. En los años de escuela e incluso el colegio, nunca me involucré en altercados físicos. Todos los fines de semana había algún problema que se resolvía a putazos en el parque Suecia o en los callejones dentro del colegio mismo. A decir verdad, me asustaban esos momentos de tensión. La única pelea que tuve en esa época terminó con mi ojo hinchado y morado durante algunos días y algunos meses de resentimiento en contra de mi vecino del edificio, cuyo puño dio en el blanco en medio de mi órbita ocular.
El jiu-jitsu me enseñó a vencer ese miedo. Lo más curioso, es que no tiene nada que ver con el hecho de pelear o no. Tampoco significa que ando buscando pleitos en la calle. Tiene que ver con el cambio radical en la manera de enfrentar ese miedo. Es decir, aprender a vencer el miedo, con el miedo. He competido en innumerables torneos de jiu-jitsu y – hasta el momento– en tres peleas profesionales de MMA. Meterse en una jaula a darse de golpes y patadas contra otro ser humano, es cosa seria. No puedo explicar con palabras todo lo que pasa por la cabeza en esos momentos. La experiencia ganada – con sangre, lesiones y cuestionamientos existenciales muy fuertes – no se reemplaza con nada. En esos precisos momentos descubrí que:
Al miedo, se lo vence con miedo.
ED
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